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Hermosillo, Sonora; a 11 de noviembre de 2023.- El segundo día de la vigésima tercera edición de la Feria del
Libro de Sonora (FELISON) tuvo como uno de sus eventos principales el homenaje al poeta cajemense Juan
Manz Alaníz por su lustre carrera en el mundo de las letras.
El homenaje ocurrió posterior a la presentación de su Antología Poética, donde el autor, acompañado de los
dos poetas Eduardo Langagne e Ismael Serna, profundizaron en la obra poética de Manz, sus resortes, la
construcción estilística de su poética y lectura de algunos de ellos.
Juan Manz es poeta, narrador y promotor cultural. Es autor, entre otros libros, de Oro verde, 1982, 2002; Tres
veces espejo, 1996; Ciudad de siempre, 1998; Padre viejo, 2000, 2001, 2010 y 2011; Sonata de tierra adentro,
2002; Agua reparada, 2005, Molinar sin aspas, 2006; Recital en fuga, 2007; Trashumo de mirada, 2013; Madera
la mañana, 2016 y Cotidinarios, 2020. Coordina, desde 1986, el Taller de Creación Literaria de la Biblioteca
Pública “Jesús Corral Ruiz”. Funda, en 2003, el Encuentro Internacional de Escritores Bajo el asedio de los
signos, y en junio de 2010, Escritores de Cajeme, A. C.
Ha recibido varios reconocimientos a su trayectoria literaria, entre los cuales destacan los otorgados por
Escritores de Sonora, A. C., en 2007; la medalla de oro a la excelencia poética, por la Casa del poeta Peruano,
en Cajamarca, Perú, en 2009, y el otorgado por el Instituto Sonorense de Cultura, al dedicarle la Feria del libro
de Hermosillo, 2013. Parte de su obra ha sido traducida al inglés, francés, italiano y alemán, e incluida en las
antologías: Bestiario Inmediato, Vuelta a la casa en 75 poemas, Laberintos encerados, 40 barcos de guerra y Il
fiore della Poesia Latinoamericana d’ Oggi, entre otras.
La Feria del Libro de Sonora es una de esas heterotopías a las que refería Foucault: un espacio donde se
repiten, se desdoblan y se conciben todas las realidades. La Plaza Bicentenario, el Museo de Culturas
Populares e Indígenas y la Cineteca Sonora se convierten en refugios del saber, del diálogo, de la reflexión, de
la razón. También de la fe y de la emoción. Todo confluye aquí.
Su segundo día estuvo lleno de relatos que se cuentan en un santiamén, murmullos que se alcanzan a
escuchar, furtivamente, pero también en anécdotas que se ciernen bajo el signo de la trascendencia: el
homenaje al poeta cajemense Juan Manz, la presentación de su Antología poética. Hablar de Juan Manz es
iniciar −o intentar iniciar− un ejercicio antropológico de la memoria. Oro verde, Tres veces espejo, Dispensario,
Trashumo de mirada, Madera de la mañana se cristalizan como poemarios indispensables para bosquejar la
poesía del noroeste mexicano −aunque aquí es válido preguntarnos si es necesaria esa categorización
fetichista y aristotélica de ligar un proyecto de literatura a una geografía−. En Dispensario, por ejemplo, Manz,
ávido lector de Whitman, habla con el famoso capitán (Oh captain! Oh Captain, ese icónico poema escrito para
Abraham Lincoln) y entabla un diálogo cargado de otredad, de vida, pero también de abulia, de desazón. De ahí
el homenaje y la presentación de su Antología. En los versos de Manz se encuentra una sutileza y una
propuesta lingüística compleja y a menudo bella.
Antes de acabar el homenaje al poeta del sur sonorense, se presenta el poemario Imperio, de Julia Melissa
Rivas. Escritora que en los últimos años ha coleccionado premios nacionales por su talento poético. Imperio es
una obra-refugio. Una bitácora hermosa, cargada de pequeñas historias, de palabras puestas en una rutina que
subliman las cosas sencillas. Somos testigos de esa belleza que no necesita adornos, ni ornamentaciones, ni
artilugios barrocos para resaltar. Es una mujer y su pluma. La mujer y su cuarto. La mujer y sus pensamientos.
Como si viéramos a Melissa en la habitación de Virginia Woolf.
Antes de cerrar la noche, la Compañía Teatral Caja Negra presentó El oso, de Anton Chéjov. Ícono de la
literatura y dramaturgia decimonónica, la obra tiene esa cualidad de tocar temas adelantados a su tiempo: la
violencia machista. Pongamos contexto: Una viuda le llora a su marido fallecido. Le llora, amparada bajo esas
cadenas de una sociedad juzgona y prejuiciosa, misógina y llena de “buenas conciencias” (que luego
entendemos como eufemismo) pese a la violencia, los desaires, la crueldad que éste tuvo hacia ella. Ejecutada
con sobriedad, con un rigor actoral sobresaliente, El oso fue congregando más y más público
Así terminó la segunda noche de la Feria del Libro de Sonora 2023.