Slam poético en el ISC
Rememoremos una imagen que en principio puede parecer irrelevante: En 1986 en un bar de un Chicago
sumido en un invierno crudo y en una ola de inseguridad, un grupo de jóvenes-y no tan jóvenes- organizaron un
evento llamado Chicago Poetry Ensemble.
Una especie de torneo/concurso/programa de variedades que permitía a cualquiera que quisiera subirse al escenario durante tres minutos para recitar su poesía.
Su creador fue el poeta norteamericano Mark Kelly Smith, un personaje que parece salido de la mente de un Don Delillo eufórico: hijo de inmigrantes europeos, nacido en el cinturón industrial de esa Chicago efervescente en cultura pero también en problemáticas sociales, admirador del jazz-especialmente de la libertad infinita del bebop de Charlie Parker- y que ahora, sin quererlo, había inaugurado un subgénero poético que con los años iría ganado peso, no sólo en los Estados Unidos, sino en todo el mundo: El slam poético.
A partir de ese punto, el slam poético fue ganando peso como un ejercicio en los círculos bohemios de diferentes puntos geográficos: heredero de los encuentros violentos de los dadaístas en las calles de la Europa de entreguerras, o de los beatniks norteamericanos del mundo post Segunda Guerra Mundial, los slams poéticos se presentaban como oportunidades para democratizar el quehacer autoral de voces que, quizás, no tenían acceso a las grandes editoriales.
El slam poético ha mutado y lanzado sus tentáculos a otros campos: tenemos en la actualidad, una fascinación juvenil por las batallas de rap, donde la improvisación es el punto neurálgico. En el Día Mundial de la Poesía, el Instituto Sonorense de Cultura (ISC), a través de la Coordinación de Literatura, hizo su propio homenaje con un slam poético que se llevó a cabo en las escalinatas del recinto del ISC. Una tarde nublada que dio voz a voces que recitaron sus versos-alejandrinos, heptasilábicos, versos libres- que encontraron eco y resonaron en aquellos presentes.
